viernes, 15 de junio de 2012

Juan Manuel González. Parrafos corregidos


Capítulo I: Marx: Trabajo humano y posibilidad de una estética marxista

1.1            Concepción de hombre en la filosofía de Marx

1.2            Estética en Marx: arte como trabajo humano

Capítulo I

1.1 Concepción de hombre en la filosofía de Marx

[…]

Para Marx, el hombre no está determinado a ningún fundamento fuera de sí; o dicho de otra manera, él es su fundamento. En este caso, Marx estaría acompañando su concepción de hombre siguiendo un poco a Hegel: el hombre como conciencia de sí. Este hombre autoconsciente deja fuera ya toda creencia de tipo religiosa, pues su punto referente no es un ente superior, metafísico o divino, sino más bien es el hombre mismo: “La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre[1]. La propia religión surge del hombre y no al revés, dándole un peso muy fuerte al hombre como raíz del mismo: “Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo”.[2] Empero, no se queda sólo en este terreno, sino que afirma una autonomía. Esta autonomía no consiste simplemente en que el hombre niegue a Dios como fundador de su existencia, sino de que el hombre depende de su existencia.

Pareciera que nuestro autor no difiere de algún otro pensamiento idealista, pero precisamente para no caer en el idealismo afirma que el hombre es un ser natural. Su naturaleza se da a partir de que es un ser necesitado. Esta necesidad se da porque no es un ser aislado, sino todo lo contrario,  requiere de algo externo a él, y ésta necesidad es la que lo lleva a modificar la naturaleza. Su necesidad es causa de una ausencia que le viene a partir de sus sensaciones y de sus deseos; de allí que el hombre sea un ser necesitado a partir de lo que sus deseos le dicten.

El hombre esta inserto en un mundo y como tal no puede abstraerse completamente de él, pero en este mundo el hombre cumple ciclos vitales, por lo cual mantiene, entonces, una relación metabólica con su entorno; es decir, no solo toma como suya a la naturaleza, sino que el mismo ya es naturaleza, pues está dentro de ella.

La relación del hombre con la naturaleza, sin embargo, no delimita completamente la concepción de hombre de Marx y otra característica que le adjudica es que el hombre es un ser genérico. Adolfo Sánchez Vázquez, siguiendo a Marx, afirma que “Ser natural humano quiere decir: un ser que es para sí mismo y, por tanto, un ser genérico, y como tal debe necesariamente actuar y afirmarse tanto en su ser como en su saber”.[3] El hombre es un ser genérico porque es consciente de que es un ser natural necesitado y que es fundamento de sí; empero, el peso que tiene la concepción de género que entiende Marx hace que su concepción del hombre difiera completamente de algún tipo de idealismo, pero tampoco situándose en un empirismo puro.

Lo que se enfatiza es la libertad que tiene de acción, pues por un lado se afirma la conciencia que tiene como género, y no sólo en la relación con la naturaleza, sino con su propio ser: el género se vuelve su objeto. Marx, comparando al hombre con los animales, afirma sobre este punto que:

El animal es inmediatamente uno con su actividad vital. No se distingue de ella. Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma el objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una determinación con la que el hombre se funda inmediatamente. La actividad consciente distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal. Justamente, y solo por ello, es él un ser genérico.[4]

El ser genérico, entonces, no consiste solamente en la conciencia del hombre, además se afirma una actividad vital en la cual puede desarrollar una relación metabólica con la naturaleza: el trabajo humano. “La producción práctica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica, es la afirmación del hombre como ser genérico consciente”[5]; es decir, que tanto el animal como el hombre tienen como actividad vital el trabajo, pero el animal, por un lado, produce unilateralmente: trabaja directamente para sí y para sus crías, para satisfacer sus necesidades inmediatas. El hombre, por otro lado, produce universalmente; es decir, que no sólo satisface sus necesidades inmediatas, sino que su producción lo lleva a un terreno más allá que la mera sobrevivencia, su conciencia hace que produzca con voluntad y con libertad. Asimismo, el hombre no se queda en este terreno solamente, sino que su propia voluntad hace que produzca conforme a leyes naturales y conforme, como dijera Marx, a las leyes de la belleza.

No obstante, el hombre no se encuentra inmiscuido en la naturaleza solamente, sino que igualmente se encuentra dentro de una sociedad. En este caso, entonces, el hombre es un ser social, pues una consecuencia de su ser genérico es la relación con otros géneros, incluyendo el suyo mismo, y esta relación con su propio género se da dentro de una sociedad. Como lo dijera Sánchez Vázquez, para Marx la sociedad es la realización del género, por tanto, el hombre como ser genérico existe en y por la sociedad. “Así como la sociedad produce ella misma al hombre en cuanto hombre, es producida por él.”[6] Empero, no porque estemos afirmando un ser genérico como social negamos la existencia de un ser individual, pues ya la sociedad supone la conjunción de seres individuales: el hombre como individuo es el que se relaciona en la sociedad a partir de su generidad. No son opuestas estas cualidades, sino todo lo contrario, son complementarias.[7]







[1] Karl Marx. En torno a la crítica de la filosofía del Derecho”, en La sagrada familia y otros escritos filosóficos, p. 10.
[2] Ibidem.
[3]Adolfo Sánchez Vázquez, El Joven Marx. Los manuscritos de 1844., p. 228.
[4] Karl Marx, Manuscritos de economía y filosofía, p. 112.
[5] Ibid, p. 113.
[6] Adolfo Sánchez Vázquez, Op. Cit., p. 237.
[7] El “hombre social” se da a partir de que el individuo exterioriza y manifiesta su vida social cooperativa. Esta concepción de Marx se contrapone completamente al individuo social, el cual se da a partir de una enajenación del individuo, volviéndolo egoísta, atómico. Mientras el primero se da a partir de una relación estrecha entre el hombre y el mundo, en el segundo se da una separación entre el hombre y el mundo, de allí que se distinga la diferencia.

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