Capítulo I: Marx:
Trabajo humano y posibilidad de una estética marxista
1.1
Concepción de hombre
en la filosofía de Marx
1.2
Estética en Marx:
arte como trabajo humano
Capítulo I
1.1 Concepción de
hombre en la filosofía de Marx
[…]
Para Marx, el hombre
no está determinado a ningún fundamento fuera de sí; o dicho de otra manera, él
es su fundamento. En este caso, Marx estaría acompañando su concepción de
hombre siguiendo un poco a Hegel: el hombre como conciencia de sí. Este hombre
autoconsciente deja fuera ya toda creencia de tipo religiosa, pues su punto
referente no es un ente superior, metafísico o divino, sino más bien es el
hombre mismo: “La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el
hombre”[1].
La propia religión surge del hombre y no al revés, dándole un peso muy fuerte
al hombre como raíz del mismo: “Ser
radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el
hombre mismo”.[2]
Empero, no se queda sólo en este terreno, sino que afirma una autonomía. Esta autonomía no consiste
simplemente en que el hombre niegue a Dios como fundador de su existencia, sino
de que el hombre depende de su existencia.
Pareciera que nuestro
autor no difiere de algún otro pensamiento idealista, pero precisamente para no
caer en el idealismo afirma que el hombre es un ser natural. Su naturaleza se da a partir de que es un ser necesitado.
Esta necesidad se da porque no es un ser aislado, sino todo lo contrario, requiere de algo externo a él, y ésta
necesidad es la que lo lleva a modificar la naturaleza. Su necesidad es causa
de una ausencia que le viene a partir de sus sensaciones y de sus deseos; de
allí que el hombre sea un ser necesitado a partir de lo que sus deseos le
dicten.
El hombre esta
inserto en un mundo y como tal no puede abstraerse completamente de él, pero en
este mundo el hombre cumple ciclos vitales, por lo cual mantiene, entonces, una
relación metabólica con su entorno;
es decir, no solo toma como suya a la naturaleza, sino que el mismo ya es
naturaleza, pues está dentro de ella.
La relación del
hombre con la naturaleza, sin embargo, no delimita completamente la concepción
de hombre de Marx y otra característica que le adjudica es que el hombre es un ser genérico. Adolfo Sánchez Vázquez,
siguiendo a Marx, afirma que “Ser natural humano quiere decir: un ser que es
para sí mismo y, por tanto, un ser genérico,
y como tal debe necesariamente actuar y afirmarse tanto en su ser como en su
saber”.[3] El hombre es un ser
genérico porque es consciente de que es un ser natural necesitado y que es
fundamento de sí; empero, el peso que tiene la concepción de género que entiende Marx hace que su
concepción del hombre difiera completamente de algún tipo de idealismo, pero
tampoco situándose en un empirismo puro.
Lo que se enfatiza es
la libertad que tiene de acción, pues por un lado se afirma la conciencia que
tiene como género, y no sólo en la relación con la naturaleza, sino con su
propio ser: el género se vuelve su objeto.
Marx, comparando al hombre con los animales, afirma sobre este punto que:
El animal es inmediatamente uno
con su actividad vital. No se distingue de ella. Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma el objeto de su
voluntad y de su conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una
determinación con la que el hombre se funda inmediatamente. La actividad
consciente distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal.
Justamente, y solo por ello, es él un ser genérico.[4]
El ser genérico,
entonces, no consiste solamente en la conciencia del hombre, además se afirma
una actividad vital en la cual puede
desarrollar una relación metabólica
con la naturaleza: el trabajo humano. “La producción práctica de un mundo objetivo, la elaboración de la
naturaleza inorgánica, es la afirmación del hombre como ser genérico
consciente”[5];
es decir, que tanto el animal como el hombre tienen como actividad vital el trabajo, pero el animal, por un lado,
produce unilateralmente: trabaja directamente para sí y para sus crías, para
satisfacer sus necesidades inmediatas. El hombre, por otro lado, produce universalmente;
es decir, que no sólo satisface sus necesidades inmediatas, sino que su
producción lo lleva a un terreno más allá que la mera sobrevivencia, su
conciencia hace que produzca con voluntad y con libertad. Asimismo, el hombre
no se queda en este terreno solamente, sino que su propia voluntad hace que
produzca conforme a leyes naturales y conforme, como dijera Marx, a las leyes de la belleza.
No
obstante, el hombre no se encuentra inmiscuido en la naturaleza solamente, sino
que igualmente se encuentra dentro de una sociedad. En este caso,
entonces, el hombre es un ser social, pues una consecuencia de su ser
genérico es la relación con otros géneros, incluyendo el suyo mismo, y esta relación
con su propio género se da dentro de una sociedad. Como lo dijera Sánchez
Vázquez, para Marx la sociedad es la realización del género, por tanto, el
hombre como ser genérico existe en y por la sociedad. “Así como
la sociedad produce ella misma al hombre en cuanto hombre, es
producida por él.”[6]
Empero, no porque estemos afirmando un ser genérico como social negamos la
existencia de un ser individual, pues ya la sociedad supone la conjunción de
seres individuales: el hombre como individuo es el que se relaciona en la sociedad
a partir de su generidad. No son opuestas estas cualidades, sino todo lo
contrario, son complementarias.[7]
[1]
Karl Marx. “En torno
a la crítica de la filosofía del Derecho”, en La sagrada familia y otros escritos filosóficos, p. 10.
[2] Ibidem.
[3]Adolfo Sánchez Vázquez, El Joven Marx. Los manuscritos de 1844.,
p. 228.
[4] Karl Marx, Manuscritos de economía y filosofía, p.
112.
[5] Ibid, p. 113.
[7] El “hombre social” se da a partir de que el
individuo exterioriza y manifiesta su vida social cooperativa. Esta
concepción de Marx se contrapone completamente al individuo social, el cual se
da a partir de una enajenación del individuo, volviéndolo egoísta, atómico.
Mientras el primero se da a partir de una relación estrecha entre el hombre y
el mundo, en el segundo se da una separación entre el hombre y el mundo, de
allí que se distinga la diferencia.
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