sábado, 24 de marzo de 2012

Implicación de los valores estéticos en la ética kantiana

José Daniel Gómez Zamora

Agrego los primeros párrafos de lo que pretendo sea mi tesis. He hecho las correcciones que tuvieron a bien hacerme. Gracias. Cualquier comentario es bienvenido. Saludos.

I
KANT Y LA PREGUNTA “¿QUÉ DEBO HACER?”

Dentro de la filosofía la pregunta por el actuar se presenta como fundamental. El hombre, como ser en el mundo, se ve condenado a la acción. ¿Cómo actuar? Esa cuestión implica una revisión por parte del sujeto sobre sí mismo y la relación que guarda con el mundo al que fue arrojado.

A lo largo de la historia del pensamiento, el problema del “¿qué hacer?” ha aparecido siempre vigente con distintos intentos de respuesta. Una de ellas ha trascendido contextos: la que da Immanuel Kant, quien se enfrenta a la pregunta fundamental por la acción desde la concepción de que el sujeto requiere hacer un examen sobre sí en lo referente a sus deseos, sus pasiones y también sus posibilidades.

Esta revisión por la que Kant aboga sólo es realizable mediante la reflexión filosófica. Él ve en la filosofía un arte de vivir[1] que encamina al hombre a la consecución de sus fines y, más aún, a establecer sus propios fines[2]. Así, Kant se enfrenta al problema de la acción desde una filosofía crítica que no se plantea ya la pregunta “¿qué hacer?”, sino que lleva a un nivel de necesidad deontológica la pregunta por el actuar y la convierte en “¿qué debo hacer?”

  1. Una sociedad en minoría de edad
Si para fundamentar la acción lo primero que tiene que hacer el sujeto es una revisión sobre sí mismo y la relación que guarda con el mundo, es necesario, entonces, que el sujeto piense por sí mismo. El problema principal que encuentra Kant con la sociedad de su época es precisamente ese: los hombres no son capaces de pensar por sí mismos; no porque carezcan de inteligencia, sino por pereza y comodidad. Esa incapacidad de pensar por sí mismo, nos dice Kant, se ha convertido casi en una segunda naturaleza de los hombres de su época[3].

En la respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración? de 1784, Kant realiza una crítica a esta condición en que viven los hombres de su época, a la cual se refiere como una condición de “minoría de edad”[4], pues todo el actuar está guiado por los “tutores”, quienes enseñan a los hombres que el paso de la emancipación es extremadamente peligroso, y que es mejor estar cómodamente sin pensar; “si puedo pagar no hace falta pensar, que alguien más lo haga por mí”.

Kant nos dice que la Ilustración es “la liberación del hombre de su culpable incapacidad”[5]. Con incapacidad se refiere, precisamente, a la imposibilidad de servirse de la propia inteligencia sin ayuda de otro. Para lograr hacer un examen de sí mismo es necesario seguir el lema de la ilustración: “¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”.



[1] A lo largo de este trabajo pretendo ir mostrando cómo dicha idea atraviesa la obra kantiana.
[2] Véase Infra Cap. III
[3] ¿Qué es la Ilustración? p. 25
[4] Ibidem.
[5] Ibidem.

miércoles, 7 de marzo de 2012


LA RELACIÓN ENTRE ESTÉTICA Y POLÍTICA EN JACQUES RANCIÈRE

Paula Verónica García Anaya

Capítulo 1. Romper con lo político.

1.1. Aristóteles y la construcción de la política.
1.2. Marx: la experiencia política.
1.3. Althusser y la historia sin sujeto.

Las circunstancias económicas, políticas y sociales en las que se encuentra una persona o un grupo social determinan las configuraciones relacionales que éstas establecen con su entorno. Hoy día, nos encontramos con gran facilidad frente al tema de la violencia, la inseguridad y la injusticia, los cuales, no son sólo temas de los que podamos tratar, sino que representan el modo de vida predominante de la sociedad actual.

Sin duda, durante estos últimos años en México, la sociedad ha sufrido una fractura debido a las grandes diferencias económicas y políticas; las clases sociales cada vez se alejan un extremo del otro y, con ello, vemos acrecentarse el régimen neoliberal y la desigualdad. Sin embargo –y esto es lo que constituye lo peor de la situación ̶ , el hecho de que vivamos tan cercanos a un acto de agresión no ha tenido el impacto suficiente para que se comiencen a cuestionar y a reaccionar, de la manera más seria y urgente posible, los acontecimientos que nos vienen sucediendo.

Pero, ¿cuál es el problema? El problema es que en la actualidad hace falta re-plantear y re-pensar cuáles son las nuevas formas de política dominantes que atraviesan, no solamente el plano al que comúnmente se le conoce como “político”, es decir, el ámbito entre lucha de partidos y la imposición, sino que va más allá de ese régimen de superficialidad. Las nuevas formas de política, según Rancière, atraviesan la actividad que reconfigura los marcos sensibles de la sociedad; traspasan, por así decirlo, aquello que se conoce como “vida”.

El pensamiento que el filósofo francés Jacques Rancière desarrolla en sus escritos sobre política puede resultar confuso, ya que algunas de las nociones que articulan el discurso parecen sustentar todo el edificio de la filosofía política contemporánea; pero, al mismo tiempo, la forma y construcción de éste plantean un cuestionamiento a la significación misma de la política, de su estructura ya dada y, con ello, de las configuraciones de la experiencia. Esta re-configuración de la política no surge para realizar una simple crítica a los discursos dominantes, sino que es un nuevo modo de comprensión que posibilita otras aperturas de sentido que hagan visibles los territorios “sin lugar”.

Para llevar a cabo esta nueva elaboración de la política es necesario buscar y re-plantear las nociones, hoy estabilizadas, que nos permiten poner en crisis el escenario fundacional que determina que “el hombre es un animal político”: “De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social (político), y que el insocial por naturaleza y no por azar es un ser inferior o un ser superior al hombre.”[1]

La afirmación de Aristóteles, más que señalar una característica de lo político, parece asumir el carácter ontológico del hombre, el cual señala que pertenecer a la pólis es condición natural del hombre.

Para Aristóteles, la pólis es la ciudad como comunidad, y toda comunidad está constituida en la participación de los hombres en sociedad con miras al bienestar. La conformación de la comunidad no se basa simplemente en un lazo familiar, sino en la creación, ya sea como creencia, ya sea como ficción de un bien común.


[1]
Aristóteles. Política, 1253a.